Cuando Dios
terminó de crear los cielos y la tierra, con todo lo que en ellos hay, se
detuvo a contemplar su creación “…Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno
en gran manera…” (Génesis 1.31).
Siete veces el
Todopoderoso expresó que “todo era bueno” (Génesis 1.4,10,12,18,21,25,31) y se
tomó un descanso;… el gran dilema es la pregunta que encabeza este mensaje ¿qué
pasó con todo lo bueno?.
Es necesario reseñar
que Dios hizo a Adán señor de todas las cosas y solo le dio una condición: “…del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás…”
(Génesis 2.17).
Una orden clara y
fácil de cumplir, pero Dios creó al hombre a su propia imagen y semejanza, no
igual, y satanás, sabiendo esto, vino a tentar al hombre con los deseos del
corazón, pues Adán tuvo ocasión de degustar todas las delicias alimentarias que
Dios creó, a excepción de una. ¿Será que Adán tenía mucha hambre y no
encontraba que comer?... No, no era problema de hambre, ni de ningún tipo de
sentimiento carnal. El problema estaba en el uso del don de dominio propio que
Dios entregó a Adán y Eva (y a todas las gentes). Él los enseñó a tomar decisiones,
pero no los obligó a elegir ninguna. Adán y Eva tenían que decidir, claros ya
en su entendimiento que había sus consecuencias, aunque no tenía quizás la más mínima
idea de cómo serían esas consecuencias, pues solo conocían “todo lo bueno en
gran manera” y no se imaginaban “todo lo malo en grandísima manera” que desencadenarían
por desobedecer (Génesis 3):
a) Cambios negativos en su conducta
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b) Consecuencias negativas a su manera de vivir:
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De igual manera
en nuestros tiempos, las gentes toman decisiones en sus vidas que demarcarán
gran parte de su futuro, y aunque se excusen de múltiples formas, igual tendrán
que cargar con las consecuencias de sus errores por mucho tiempo o toda la vida:
consecuencias estas que en muchos casos, afectarán aún a su propia familia por
varias generaciones.
¿La solución?...
Jesús dijo: “…Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame…” (Lucas 9.23)
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