Desde el principio de la creación Dios bendijo al
hombre (Génesis 1.28); y la palabra “maldición” junto a sus consecuencias, la
vamos a encontrar en la historia luego que el pecado entró al mundo mediante la
desobediencia de Adán (Génesis 3.14–19).
Salmos 1:1 nos habla de una bendición especial:
“…Bienaventurado
el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores,
ni en silla de escarnecedores se ha sentado;…”
No obstante, esta bendición está unida a la
nueva vida en Cristo que el Todopoderoso espera de los que decimos haber
creído, como continúa el Salmo: “…Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley
medita de día y de noche…”
El apóstol Pablo, exhortaba a los judíos diciéndoles
“…el nombre de
Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros...”
(Romanos 2.24), y asimismo hoy día, muchas personas rechazan el evangelio
apoyándose en las malas conductas de los que dicen ser cristianos.
Sería interesante, entonces, que cada quien se haga
una autoevaluación considerando lo que nos enseña la Divina Palabra. Podemos
citar, por ejemplo, algunas porciones bíblicas:
Efesios 4:1-2
“…Yo pues, preso
en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos
a los otros en amor,…”
Efesios 4:17-19
“…Esto, pues,
digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que
andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido,
ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de
su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron
a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza…”
Efesios 5:1-4,8,15-20
“…Sed, pues,
imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos
amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor
fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre
entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades,
ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias… Porque
en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como
hijos de luz… Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no
seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis
con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por
todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”
Es un asunto personal amados hermanos; es la íntima
comunión con Dios la que nos desnuda ante Él, para que ya no vaguemos más
andando en apariencias; ya no pertenecemos a este mundo. Jesús enseñó: “…Si el mundo os
aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del
mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os
elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece…” (Juan 15:18-19)
¡El mundo nos odia!... y cuando nos tratan bien, es
buscando una ocasión para hacernos caer; y esto sorprenda a nadie, pues, por
algo nos alerta la misma Palabra, “…para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros;
pues no ignoramos sus maquinaciones…” (2 Corintios 2:11)
El Espíritu Santo, a través del apóstol Juan nos
ordenó:
1 Juan 2:15-16
“…No améis al
mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la
carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo…”
Y Santiago añade:
Santiago 4:4
“...¡Oh almas
adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de
Dios…”
Hagamos entonces, “…frutos dignos de arrepentimiento,…”
(Mateo 3.8) porque “…ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles;
por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego…”
(Mateo 3.10)
Y así como dijo el predicador,…
“…El fin de todo
el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto
es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con
toda cosa encubierta, sea buena o sea mala…” (Eclesiastés 12:13-14)
¡Alabado por siempre sea nuestro Dios
Todopoderoso!...
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