Génesis 28:16-17
Dice Génesis 26:1 que Hubo hambre en la tierra e Isaac se fue a Gerar (Filisteos) camino a Egipto y Dios lo detuvo (v.2), mintió acerca de su esposa diciendo que era su hermana, por miedo a la muerte (v.7), pero había una promesa de parte de Dios y DIOS CUMPLE SUS PROMESAS: “...Sembró Isaac en aquella tierra, y cosecho aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia...”. Aunque con cierto desvelo, obedeció a Dios (v.2) y Dios lo prosperó.
Antes de continuar, refiriéndonos a la historia de lo que en ese momento está ocurriendo, se hace necesario hablar de Jacob:
Jacob (el que toma por el calcañar o el que suplanta). Padre del pueblo
hebreo, hijo de Isaac y
Rebeca y hermano gemelo de Esaú. Nació como respuesta a la oración de fe de su padre (Génesis
25.21). Su historia aparece en Génesis 25.21–50.14. Desde antes de nacer, ya los niños luchaban en el
vientre, y su madre supo, por revelación divina, que en su seno se originarían dos grandes naciones ya
divididas entre sí. Esaú nació primero, pero Jacob le siguió asido de su talón (Génesis 25.22–26). Según
la Ley antigua, la primogenitura le correspondía a Esaú, pero Jacob, con notable astucia, la consiguió de
su hermano a cambio de un guisado (Génesis 25.29–34; Hebreos 12.16).
Rebeca y hermano gemelo de Esaú. Nació como respuesta a la oración de fe de su padre (Génesis
25.21). Su historia aparece en Génesis 25.21–50.14. Desde antes de nacer, ya los niños luchaban en el
vientre, y su madre supo, por revelación divina, que en su seno se originarían dos grandes naciones ya
divididas entre sí. Esaú nació primero, pero Jacob le siguió asido de su talón (Génesis 25.22–26). Según
la Ley antigua, la primogenitura le correspondía a Esaú, pero Jacob, con notable astucia, la consiguió de
su hermano a cambio de un guisado (Génesis 25.29–34; Hebreos 12.16).
Volviendo a la historia Bíblica tenemos...
En una porción Bíblica (Génesis 27:1-4), vemos al mismo
Isaac, que una vez envejecido, en un acto de sentimentalismo, se dispone a
bendecir a Esaú, su hijo mayor, no tanto por ser el primogénito, sino porque le
amaba; reseña Génesis 25:28 “... Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; más Rebeca
amaba a Jacob...”, aún sin tomar en cuenta,
que este Esaú le causaba amargura: “...
cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo y
a Basemat hija de Elon heteo, y fueron amargura de espíritu para Isaac y para
Rebeca...” (Génesis 24:34-35).
Rebeca, también por sentimentalismo y sin medir las
consecuencias, mal aconsejo a Jacob, quien obtuvo con engaño la bendición paterna
(Génesis 27.1–29), y Esaú, indignado, prometió matarlo: “... y aborreció ESAU Jacob por la bendición con que su Padre le
había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre,
y yo mataré a mi hermano Jacob...” (Gn 27.41).
Como consecuencia, Rebeca misma se vio obligada a
procurar que Isaac enviara a Jacob a Harán, con el pretexto de elegir esposa
allí (Génesis 27.42–28.5; Os 12.12). Durante su viaje Jacob tuvo una visión que
le afectó profundamente: veía una escalera que llegaba hasta el cielo y ángeles
de Dios que subían y bajaban. En aquel lugar Dios confirmó a Jacob el pacto con
Abraham. Jacob erigió un altar, llamó a aquel lugar Bet-el (casa de Dios)
e hizo voto ante Dios (Génesis 28.11–22).
Jacob tuvo que pasar por un proceso si se quiere
disciplinario de parte de Dios, que le llevó aproximadamente veinte (20) años
de su vida.
Una vez en Harán Jacob permaneció con su tío Labán, a
quien sirvió siete años para poder recibir a Raquel como esposa. Sin embargo,
debió trabajar siete años más, Labán le entregó primero a Lea, su hija mayor
(Gn 29.9–28). De Lea, Jacob tuvo seis hijos varones: Rubén, Simeón, Leví, Judá,
Isacar y Zabulón, y una hija, Dina; de la esclava de Lea tuvo a Gad y Aser. De
la esclava de Raquel tuvo a Dan y Neftalí. Como respuesta divina a los ruegos
de Raquel también tuvo con ella dos hijos, José y Benjamín, quienes
llegaron a ser los favoritos de Jacob. Todos, excepto Benjamín que nació en el
camino de Efrata (Belén) y costó la vida de su madre (Gn 35.16–19), nacieron en
Padan-aram (Gn 35.23–26).
Gracias a su astucia, Jacob prosperó tanto que provocó
la envidia de los hijos de Labán. Como consecuencia, para zanjar las
desavenencias y por indicación divina, se volvió a Canaán, pero Labán lo
persiguió y alcanzó. Este le propuso celebrar un pacto (Gn 31), se separaron
amistosamente y Jacob pudo proseguir su viaje. Al pasar por Mahanaim le
salieron al encuentro ángeles de Dios (Gn 32.1, 2). Por temor de su hermano
Esaú, planeó hábilmente el encuentro con él. La noche anterior luchó con el
ángel de Jehová y, en consecuencia, obtuvo una bendición. Fue entonces cuando
recibió el nombre de Israel, «el que lucha con Dios» (Gn 24.32; Os 12.3, 4),
nombre que se perpetuó en «los hijos de Israel» (Gn 42.5; 45.21), y llegó a
abarcar a todo el pueblo elegido de Dios. Jacob llamó a aquel lugar Peniel (el rostro de Dios). Después de su
reconciliación con Esaú, Jacob se instaló en Siquem (Gn 33.18).
Sin embargo, es de resaltar que en medio de las
desobediencias y desvelos, Jacob había dispuesto su corazón para creer y
servir a Dios: “... E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me
guardare en este viaje que voy, y me diere pan para comer y vestido para
vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios...”
(Génesis 28:20-22). (REFLEXIONEMOS UN POCO)
Nuestras desobediencias, traen consecuencias graves, y
muchas de ellas trascienden de generación a generación. En el caso de Abraham y
Jacob, ellos mismos nunca se imaginaron que aún después de su muerte, las
consecuencias seguirían surtiendo efecto. Veamos:
a) Dios prometió un hijo a Abraham, no esperó y
tuvo a Ismael con la esclava egipcia Agar.
Ismael Siguiendo una
costumbre antigua, Sara consintió en que Agar,
su sierva egipcia, concibiera un hijo de
Abraham, el cual se llamó Ismael, que significa
«Dios oye» (Gn 16.1–4). Sara se quejó más tarde, sin embargo, de que Agar, viéndose embarazada, la miraba con
desprecio. Posiblemente Abraham consideró
durante algunos años a Ismael como hijo de la promesa y le mostró un afecto especial. Sin embargo, con ocasión
de la fiesta con que Abraham celebró el
día en que Isaac fue destetado, Sara vio que Ismael se burlaba de Isaac, su primogénito, y esto la hizo enojarse
mucho. Detrás de todo estaba la competencia
por establecer quién sería el heredero de las promesas de Dios. El nacimiento de Isaac,
sin embargo, y las indicaciones de Dios, dejaron bien claro que este y no Ismael era el heredero de
las promesas de bendición universal (Gn 18.1–19).
Abraham cedió a las instancias de Sara y despidió a Agar con su Ismael, quienes casi perecieron de sed en el
desierto, pero fueron milagrosamente
atendidos por el ángel de Jehová (Gn 21.1–21). Ismael creció e hizo del desierto el lugar de su habitación;
su oficio fue la cacería. Se casó con una
mujer egipcia (Gn 21.20, 21) y fue padre de doce hijos, todos príncipes (25.12–16). Tuvo además una hija,
Mahalat, quien llegó a ser mujer de Esaú (28.9).
Acompañó a Isaac en el entierro de su padre Abraham (25.9). Sin embargo, en la actualidad, todavía hay guerra
entre los árabes (Ismaelitas) y los Israelitas.
b) Dios prometió bendecir a Jacob; este no esperó
sino que con engaño obtuvo la bendición de su Padre, y la reacción de Esaú
trascendió a través de la nación de Edom, que es el mismo Esaú.
Esaú (velludo,
porque «era todo velludo como una pelliza», Gn 25.25). Hijo mayor de Isaac
y Rebeca, gemelo de Jacob. También se llamaba Edom, que significa «rojo», por haber comprado el
guiso rojo de Jacob (25.30). En la historia
sagrada se le conoce por dos actos que revelan la debilidad de su carácter: 1) por haber vendido su
primogenitura y 2) por haber perdido la bendición
de su padre. Veinte años después, Esaú se reconcilió con su hermano cuando este regresó de Padan-aram con
su familia. Su descendencia habitó en la tierra
llamada Edom (tierra roja). Practicaban el politeísmo.
Más tarde, algunos israelitas se
casaron con edomitas y surgió una pequeña raza mestiza. Después del éxodo, Edom prohibió a los israelitas pasar por su
tierra para entrar en la tierra
prometida (Nm 20.14–21; 21.4; Dt 23.7, 8; Jue 11.17, 18). Durante el reinado de Saúl hubo guerra entre Israel y
Edom (1 S 14.47). David mató a dieciocho
mil edomitas en el Valle de la Sal (2 S 8.13; cf. 1 R 11.15). En días de Salomón surgió de nuevo el conflicto
con los edomitas e Israel los subyugó. No obstante,
a veces se rebelaban y recobraban temporalmente su independencia. Asiria los conquistó en 732 y los
dominó durante varios años. Cuando Nabucodonosor
sitió a Jerusalén, los edomitas colaboraron con él y se regocijaron en la destrucción de la ciudad, lo cual indignó
grandemente a los judíos (Sal
137.7; Lm 4.21; Ez 25.12; 35.3ss; Abd 10ss).
Después
del cautiverio los edomitas invadieron la parte sur de Judá y se establecieron allí, por lo que la parte sur de
Judea llegó a llamarse Idumea después
del cautiverio.
En el
siglo III a.C. los nabateos (Naboteos)
invadieron la tierra de Edom y levantaron
un reino con Sela como capital. En
165 a.C. Judas Macabeo capturó a
Hebrón (1 Mac 4.29, 61; 5.65) y en 126 a.C. Juan Hircano, el sumo sacerdote macabeo, obligó a los edomitas a
convertirse en judíos, imponiéndoles la circuncisión.
Cuando llegaron los romanos a dominar a Palestina, Idumea y los edomitas desaparecieron de la historia.
Cabría preguntarnos entonces,…
Ø ¿Cuántas veces hemos estropeado las bendiciones
que Dios nos quiere dar?
Ø ¿Cuántas veces nos quejamos y desmayamos cuando
tenemos que enfrentar las consecuencias de nuestros pecados pasados?
Ø ¿Y luego, cansados, nos echamos a dormir?
Hoy, en el nombre de Jesús te digo… ¡DESPIERTA!... Jehová
está contigo.
MUY BUENO EL ESTUDIO
ResponderBorrar