Cuando El Señor dice: “…soy tu Dios…”, se está dirigiendo a aquellas personas que
desde lo profundo de su corazón están anhelando agradarle y hacer su
voluntad. Esa voluntad de Dios en nuestras vidas, en ocasiones nos
enfrenta a momentos en los que quisiéramos convencer a otros de que Dios
es una realidad y es el buen camino, pero,… es tan grande la oposición,
y son tantas las doctrinas respecto a la verdad
de Dios, que una inmensa mayoría de personas optan por creer en un Dios
que tolera el pecado. Sin embargo, los rechazos en nuestra contra ya
fueron advertidos por nuestro Señor Jesucristo, cuando nos dijo en Juan
15:18-19 “…Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido
antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo;
pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el
mundo os aborrece…”
Vivir en el suburbio del mundo actual y a la vez
agradar a Dios, trae muchas aflicciones, tristezas y persecuciones, y
la única manera de evitarnos muchos inconvenientes, sería vivir un
evangelio sumergido en las obras del mundo olvidando o ignorando que
todo eso perecerá; dice la Biblia en 1 Juan 2:15-17 “…No améis al mundo,
ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de
la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no
proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero
el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre…”
Sabiendo,
pues, Dios, de nuestras luchas, tristezas y aflicciones, por causa de su
obra, nos consuela diciendo a todo aquel que quiere servirle y
agradarle “…Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano
derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo…”
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