Meditar en la
Creación de Dios (Génesis 1) nos hace viajar en la imaginación a lo misterioso,
pero santo, puro, perfecto y único del Dios Todopoderoso en quién muchos hemos
creído.
En medio de lo
desordenado y vacío, allí estaba Él, en su Espíritu para hacer algo grande y a
la vez darnos una enseñanza eterna, que aún en medio de lo desordenado de
nuestras vidas, el Señor en su inmenso amor, está allí, a nuestro lado para
cambiarlo todo, ¡si lo aceptamos a Él como el que restaura y cambia las cosas!...
·
Hizo la Luz y Él mismo dijo: ¡La
Luz que hice es buena!
· Hizo la expansión y la llamó
Cielos, hizo la Tierra y los Mares, y de nuevo dijo Dios que era bueno.
·
Hizo la hierba verde, los árboles
frutales, y otra vez dijo Dios que era bueno.
· Creó el Sol, la Luna y las Estrellas, aleluya y
Dios, el mismo creador de todo eso, vio que era bueno.
·
Hizo también todos los seres
vivientes marinos y terrestres y Dios al verlos volvió a decir, ¡Oh, es bueno
lo que hice!
· Finalmente creó al ser humano,
tomando como ejemplo a sí mismo, es decir, a su imagen y semejanza, lo puso a
señorear sobre todo lo creado y antes de sentarse a descansar, el Dios Todopoderoso
no solamente dijo que era bueno sino “…que
era bueno en gran manera…”. Imagínense ustedes, como será de bueno lo que
el Dios Perfecto hizo, si Él mismo dice “…que
era bueno en gran manera…”.
Asimismo, El
Creador preparó todas las cosas para que en un momento de nuestras vidas, todo
sea bueno en gran manera, recordándonos con su Divina Palabra, que no solo Él
siempre estará allí para restaurar, sino que nos creó a su imagen y semejanza,
para que andando en sus caminos y obedientes a sus mandamientos, seamos señores
en el lugar donde moremos y nuestra estadía en esta tierra, sea también buena “en
gran manera”.
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