No se cuál es la posición de las personas que
leen este mensaje respecto al Dios de la Biblia y la respuesta en relación a
la muerte no es fácil, si la vemos desde el punto de vista de alguien que no
conoce a Dios, no obstante, al tratarse de Dios, podríamos referirnos a aquella
enseñanza que nos dio Jesús cuando dice en Mateo 10:28 "...Y no temáis a los que matan el cuerpo,
mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma
y el cuerpo en el infierno...". Él quiso advertirnos que
ciertamente satán tiene poder para destruir nuestros cuerpos pero, la verdadera
vida eterna que es en Cristo Jesús, comienza es después de la muerte de nuestros
cuerpos. Jesús nos enseñó en Juan 12:24 que “…si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda
solo; pero si muere, lleva mucho fruto…”.
El antiguo Testamento nos reseña el caso de
aquellos tres jóvenes, quienes cuando iban a ser lanzados a un horno de fuego
le dijeron al rey “…He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego
ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no
serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado…”
(Daniel 3:17-18). Estos muchachos estaban convencidos de que si Dios quería los
libraba de la muerte, pero aunque no fuera así, igual permanecerían fieles a
Él.
No se trata de quienes han muerto y el por qué han muerto;
se trata de nuestra verdadera fe y comunión con Dios a pesar de nuestras
tribulaciones, teniendo siempre en cuenta que Dios está consciente de nuestras momentos
difíciles, pues la misma Biblia nos enseña en Juan 16:33 “…Estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo…”
¿Qué hay con la tristeza y dolor?,… Dios
sabe cuán triste y cuán afligida está una persona por la muerte de seres
queridos. Él toma cada una de nuestras lágrimas y quiere que descansemos en Él
y su Palabra.
El morir o vivir no delimita si Dios existe
o no, pues Jesús mismo fue llevado a la cruz y muerto por cosas de las cuales éramos
nosotros culpables y aún así, desde la cruz pudo decir “…Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen…”
No pretendo que dejemos de llorar, sino que
aumentemos nuestra fe en Cristo Jesús con la esperanza de que al final de todas
las cosas, en su venida, estaremos en su presencia y se cumplirá entonces
aquella palabra que Él mismo dijo “…De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y
lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes,
vuestra tristeza se convertirá en gozo…” (Juan
16:20)
Sea Dios quien de la fortaleza y sabiduría.
¡Paz!
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