¿Cuánto vale un ser querido?... ¿Cuánto lloramos y sufrimos su pérdida? y... ¿Cuánto anhelaríamos volver a tenerlo entre nosotros?...
Dios conoce todo eso, pues por su hijo unigénito Jesús lo sufrió. Pero este sufrimiento de Dios Todopoderoso por su hijo unigénito culminó en parte cuando Jesús resucitó, por eso lo importante de creer en Él.
Difícil es entender el misterio de la vida y de la muerte. Dios nos enseña en su Palabra Divina que “...Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento...” (Eclesiastés 9:2) y añade al comienzo del verso 5 “...porque los que viven saben que van a morir...”
Es por eso, que ante los ojos de Dios, la muerte no significa nada en particular respecto al que muere, pues mueren justos e injustos, chicos y ancianos, sanos y enfermos, y lo único que marca la diferencia entre unos y otros, es la presencia de Cristo en sus corazones. Por eso la esperanza de los cristianos está en Dios y su Palabra;... está en sus promesas:
Salmos 116:15 “...Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos...”
Apocalipsis 14:13 “...Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen...”
1 Tesalonicenses 4:14 “...Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él...”
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