domingo, 25 de agosto de 2019

Cuándo y cómo adorar a Dios


En medio del costumbrismo y el legalismo, las gentes habían perdido el verdadero sentido espiritual de acercarse a Dios y mantener una comunión con Él.

Los ministros religiosos no se habían dado cuenta o simplemente obviaron que aún los paganos se habían acostumbrado a la forma y/o modos en que ellos adoraban a Dios.

En ese dilema, podemos ver a la mujer samaritana (Juan 4), que cuando Jesús inicia una conversación con ella, su principal inquietud no fue relacionada con el agua que le pidió el Señor para beber, ni las palabras siguientes que intercambiaron, sino ¿dónde se debe adorar a Dios?: “…Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar…” (Juan 4:19-20)

En una breve respuesta, Jesús le enseño varias cosas (Juan 4:22-24):

1.    Ustedes no conocen a Dios (v.22)
2.    Llegó la hora de la restauración espiritual para judíos y gentiles (v.23)
3.    Los verdaderos adoradores tienen que andar en el Espíritu (v.24)

Variadas son las enseñanzas de la Biblia respecto a andar en el Espíritu, sin embargo, en este particular, se hará referencia a las palabras del apóstol Pablo cuando le escribió a los Gálatas “…Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne… Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;…” (Gálatas 5:16,22)

Todavía, en la actualidad, podemos ver como muchos ministros han logrado conducir a grupos grandes de creyentes a una forma de adoración y comunicación más dirigida a la vista de los hombres que al agrado de Dios. Debemos restaurar eso, y la mejor manera es la que nos enseña el Señor mismo en Hebreos 12:1-2 y Romanos 8:26 

“…despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,...”

“…Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles…”
Entonces, no hay maneras, formas, tiempos ni lugares específicos para hablar con Dios y adorarle, solo hay que hacerlo “…en espíritu y en verdad…”

Aceptemos aquella invitación que dice: “…Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro…” (Hebreos 4:16)

Su hermano Jaime Arias
¡Dios les Bendiga!...

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