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El poder de Dios se manifiesta a través
de algunas debilidades del creyente.
Casos como el de Gedeón que le dijo a Dios
“…Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a
Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de
mi padre…”, mas el Señor le respondió “…Ciertamente
yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre…”.
A David el rey Saúl le dijo “…No podrás tú
ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un
hombre de guerra desde su juventud…”, pero David venció a Goliat.
Hoy, quizás te sientas débil y satanás
quiera tomar ventaja de ti, pero recuerda que al apóstol Pablo Dios le dijo “…Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad…” (2 Corintios 12.9).
Así que como dice Hebreos 12:12 “…levantad las manos caídas y las rodillas
paralizadas;…” y sigamos adelante.
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